RESPUESTA AL ES ESCRITO DE UN GRUPO DE PROFESORES


Asombrosamente preocupante, resulta la exposición y defensa de argumentos contrarios a una planificación de la práctica didáctica que acerque las propuestas curriculares “oficiales” al alumn@.
De tod@s es conocido como se elaboran las Programaciones Anuales de las diferentes materias de la ESO, casi siempre entendidas como un mero trámite burocrático (corto y pego de las editoriales o de otr@s compañer@s que ya han reelaborado), apoyado en la explicación de pasillo con un repetitivo “...luego yo adapto en el aula...”
…......
Habrá que aclararles que las programaciones de aula, como ellos las entienden, sí es que entienden algo, sólo se hacen en Primaria. En Secundaria se hacen las programaciones anuales y se revisan semanalmente en las reuniones de departamento, allí, aparte de ver por dónde se va, se consignan las dificultades encontradas y lo que se va a hacer para remediar las dificultades.
¿De dónde sacan que las programaciones de aula son exclusivas de la educación Primaria? ¿Quizás del mismo lugar que en su día sacaron que la participación de la familia era cosa de colegios y guarderías?
No quiero , ni por asomo, referirme a lo legislado al respecto sino a la coherencia entre práctica didáctica y preescripción normativa; a la adaptación de la práctica al grupo, nivel e individuo, en definitiva, a la atención a la diversidad y la concreción del curriculo en función de capacidades y nesecidades del alumnado.
No voy a negar que en la mayoría de los casos esa adaptación se realice de forma ordenada, que las periódicas revisiones del proyecto curricular se realicen en el seno de los departamentos, que la profesionalidad docente llegue a estar por encima de las preescripciones de las autoridades educativas, etc.
No se me esconde la realidad de que las programaciones permanecen impolutas años tras año “hasta que se cambie el libro o la Ley”. Una rápida ojeada a las webs de cualquier IES durante un período de tiempo más o menos largo nos indica que casi nada cambia (actividades extraescolares, algo la temporalización, en función del calendario y poco más). Pero lo grave no es que las revisiones périodicas de los departamento no se vean reflejadas en las programaciones; lo grave es que esta ojeada nos hace ver hasta que punto coinciden las programaciones de un IES de Aguilar de Bureba con uno de Pájara (...en su historia ambas localidades enconmtraron la supervivencia en el cultuvo de cereales...)

Ahora la Inspección dice que esto no es válido, que es necesario hacer en este mes las programaciones de aula cada quince días y tener a mano las que ya deberíamos haber realizado desde principio de curso. Supuestamente para que, ante una reclamación del alumnado, tener cómo atenderla y argumentar lo dicho. ¡Ni que con el sistema habitual no se pudiera hacer! Además si siempre el Director Territorial les da la razón a los alumnos. ¡Por favor, no nos tomen por tontos!

Curiosa interpretación de la utidad de la programación de aula: ante una reclamación del alumnado, tener cómo atenderla y argumentar lo dicho.
Programar supone tomar en consideración los distintos elementos que intervienen en la acción enseñanza-aprendizaje, elementos que no constituyen entes aislados sino que entre ellos existen relaciones de interdependencia.
Las decisiones en torno a los objetivos, contenidos, competencias, metodología, recursos didácticos , criterios y procedimientos de evaluación constituyen el núcleo de la Programación Didáctica que deben elaborar cada uno de los departamentos didácticos según se desprenda del currículo oficial de la Comunidad Autónoma o del Estado, según los casos.
Partiendo de la Programación Didáctica, cada profesor del departamento debe concretar su plan de actuación que le va a servir de guía detallada de su actuación docente durante el curso escolar para cada uno de sus cursos y asignaturas. Esta segunda parte de la Programación Didáctica es lo que de entiende por Programación de Aula.
La Programación Didáctica, que forma parte de la Programación General Anual, organiza las enseñanzas de cada asignatura a lo largo de la etapa correspondiente. En ella, el departamento didáctico establece la adecuación, organización y secuencia de los objetivos, contenidos, competencias y criterios de evaluación para cada curso y asignatura y acuerda los principios metodológicos y recursos que se emplearan en la práctica docente.
La Programación de Aula se organiza en una secuencia de unidades didácticas. Mientras que la responsabilidad de la Programación Didáctica es del departamento didáctico, la Programación de Aula lo es de cada profesor. No obstante, parece aconsejable que se elabore entre todos los profesores del departamento que impartan docencia en el mismo curso, en diferentes grupos, para obtener una mayor coherencia.
Cada profesor, a lo largo del curso, hará las pertinentes modificaciones de su Programación de Aula para su propio grupo, algo que si nos saltamos este paso resulta altamente imposible.

Curiosamente no existe un modelo para realizarlas, por lo menos en la Consejería no se ponen de acuerdo en ello.

¿Un modelo? ¿Y la libertad de cátedra? ¿ Y las diferentes realidades, entorno, grupo, perfiles individuales?
Pero no se precocupen que al igual que ocurre en la Primaria el mercado editorial dispone de los modelos listos para cortar y pegar. No lleva más de una hora el cumplimiento del trámite.
Para concluir, desde fuera de las aulas quienes nos dedicamos a la reproducción y cría de alumn@s vemos con preocupación como alguno de los responsables de la formación de los mismo entienden que planificar el proceso no es más que una vuelta de tuerca de la consejera para fastidiarles la vida olvidando que algun@ de nosotr@s más allá de buscar respuestas más o menos coheretes a nuestras reclamaciones lo que queremos es una educación de calidad.

La Consejería suple el recorte de recursos con más exigencias burocráticas al personal docente.

Entendemos que no se deben aparear a burros con yeguas si no queremos tener mulos. Y eso es lo que manifiesta este escrito una mezcla entre reinvindicaciones más que justas, que desde este lado compartimos, con planteamientos que delatan incompetencia.
Por mi parte y como albañil, en excedencia, nunca se me ha ocurrido reclamarle al patrón la ineficacia de los planos para levantar un edificio por razones de burocracía o de sobrecarga en el trabajo.
No creo que este sindicato sea el foro apropiado para una reivindicación que, lejos de acercarnos al buen hacer del profesorado, nos lleva a dudar de su competencia.