Cada cosa a su tiempo


Una noche cuando el sol se había puesto un hombre aparentemente normal cogió un papel y se puso a escribir. Su mujer extrañada lo miró, se acercó y le espetó:
-O eres un anormal o eres japonés, sólo los japoneses escriben cuando el sol se pone.
Por fin a solas con sus penas y alegrías. Entendió que el día acababa y aún no había derramado una sola lágrima, no era lo normal. Por un instante pensó que ella tenía razón, era un anormal, porque japonés no era. Al instante siguiente empezó a pensar con claridad, a deshilvanar las últimas horas. Pasados varios minutos pudo comprobar que las últimas horas había estado durmiendo. En realidad empezaba el tiempo de llorar.

Comentarios

Mararía ha dicho que…
Ese hombre de tu cuento bien podría ser yo, porque cada día lloro un poco…y me la paso como él durmiendo, (yo lo llamo soñar) y sueño libros, historias, letras…me desvela el querer encontrar las palabras que den forma a todos esos sueños. Pero quizás, solo sea que estoy tonta, porque japonesa creo que no soy.
Dos besos

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