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Mostrando entradas de abril 3, 2011

Horizontes marchitos (1)

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A yer quise saborear la puesta de sol, quise estar cerca cuando cayera el manto de la noche sobre los límites extremos de la isla. Recorrí una distancia considerable hacia el oeste. Salí temprano y fui bordeando, dibujando una espiral, siguiendo la estela de asfalto que oculta los caminos en otro tiempo desandados por Doramas, por hombres y mujeres libres. El coche devoró las distancias. Antes, mucho antes de lo previsto. Y la hora, la hora me la cambiaron como queriendo arrimar el insular espacio a la sombra de las catedrales, meterlo por decreto en la piel de toro, refugio del bárbaro extranjero. Llegué pronto o el sol fue lento. Cuando desperté la luna bostezaba y con desgana iluminaba mi alma pagana, ya a esas horas ebria de dolor y desesperanza. Nota del autor: Hoy no abro el correo, no respondo llamadas, no escucho el buzón de voz. Casi que hoy voy a dormir todos mis sueños. Mañana será otro día.

Sin propósito de enmienda (2)

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Advertencia: El relato que sigue excede con creces el tamaño habitual para este tipo de medio-soporte. Quienes se hallan aficionado a la lectura haciendo kitesurf ratón en mano pueden sufrir de agotamiento antes incluso de intentar tragarse lo que a continuación viene. En lo sucesivo trataré de ser escueto y sobretodo más interesante, lo de escribir mejor no lo prometo. Mejor seguir navegando por el ciber-espacío e incluso salir a tomarse unas cañas con la peña. A yer, mientras daba un vespertino y largo paseo, entré en una librería. Era una de esas casas comerciales donde se vende de todo un poco. Merodeaba entre anaqueles y estanterías, entre mesas repletas de libros y expositores temáticos [...entré por ver, por contemplar el colorido de las portadas y los repletos lomos que contienen títulos, subtítulos, autores, ISBN, EAN, códigos de barras y hasta los precios -son en sí mismos obras completas] Se me acercó un joven vestido con un traje, pretendidamente italiano, gris mare...