Advertencia:
El relato que sigue excede con creces el tamaño habitual para este
tipo de medio-soporte. Quienes se hallan aficionado a la lectura
haciendo kitesurf ratón en mano pueden sufrir de agotamiento antes
incluso de intentar tragarse lo que a continuación viene. En lo
sucesivo trataré de ser escueto y sobretodo más interesante, lo de
escribir mejor no lo prometo. Mejor seguir navegando por el
ciber-espacío e incluso salir a tomarse unas cañas con la peña.
Ayer,
mientras daba un vespertino y largo paseo, entré en una librería.
Era una de esas casas comerciales donde se vende de todo un poco.
Merodeaba entre anaqueles y estanterías, entre mesas repletas de
libros y expositores temáticos [...entré por ver, por contemplar el
colorido de las portadas y los repletos lomos que contienen títulos,
subtítulos, autores, ISBN, EAN, códigos de barras y hasta los
precios -son en sí mismos obras completas] Se me acercó un joven
vestido con un traje, pretendidamente italiano, gris marengo, con
camisa celeste y corbata de seda artificial (diseño de una famosa
esposa de un famoso ultra-derechista putero, católico y
cosmpiranoíco, a decir de otros que tal cual. El joven vendedor
me interpeló con maneras más que correctas por mis deseos e
intenciones, por mis gustos, mientras casi me arrastraba hasta la
mesa de novedades. Señaló con prontitud varias pilas de libros
colocados a modo de ladrillos.
Lo
primero La Tierra De Las Cuevas Pintadas de Jean M.
Auel. Pensé en Gáldar y Altamira pero no la cosa va de una visión
omnisciente de un Sr. del Norte, de leones, de africanos... de lo que
ha este buen Sr. o a sus colaboradores se le haya ocurrido en 800
páginas acerca de mitos, historia, costumbres y demás tópicos de
unas sociedades que conocen por los documentales de la National
Geografic, la Wikipedia o la lectura de antepasados dados a fabular
sobre echos y gentes a
l@s que ni conocieron
ni respetaron.
Allí estaba El Ángel
Perdido de Javier Sierra. Una cosa es que el espía por
antonomasia sea un inglés con dígitos de seguridad 07 y otra es que
para fabular en castellano se largue el personal hasta Fort Meade,
Maryland en busca de paisaje y paisanaje.
Señaló igualmente otra
pila, algo desbaratada, con El Boligrafo De Gel Verde de Eloy
Moreno. Alguien escribió de esta novela: "El bolígrafo de
gel verde" es el cuadro detallado y escrupuloso, espléndido y
agobiante de cómo perder el tiempo y, de esa manera, echar a perder
la vida. Yo sin falsa modestia y
con todo mi ego apostando por la salud de mi vanidad escribí , en
pocas palabras, el mismo rollo con quince años.
UN MOMENTO QUE PERDÍ
Miren bajo el asiento,
miren.
Busquen entre los pies
y las colillas
y los papeles.
Busquen, busquen la vida,
la vida que perdí
cuando ocupé su espacio
y su tiempo.
Miren al techo,
miren al blanco de mi espalda
y verán la vida.
La vida que dejé volar
y que dejé pasar.
Y cuando esto acabe,
busquen entre la yerba
y la gente
y verán la vida,
la vida que dejé enterrada,
que dejé caer.
Busquen,
busquen, mi error
bajo el silencio,
mi error, búsquenlo
dentro del vacío.
Si lo encuentran
traten de no perderlo.
Es posible
que en el este el
camino.
Utiaca,
1980
Lo que me hizo recordar
algo leído a J.L. Borges en el prólogo de “El jardín de
senderos que se bifurcan” venía
a decir el maestro: Desvarío laborioso y empobrecedor el
de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una
idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos. Mejor
procedimiento es simular que esos libros ya existen y ofrecer un
resumen, un comentario.
Y yo,
que hoy me desperté caprichoso, molesto por el arrullo de las
tórtolas y los cantares varios de la avifauna que puebla este mi
valle, recaigo en mis manías y hablo y escribo de lo que me viene en
gana.
Mis primeras palabras
fueron para preguntarle por Stephane Hessel el nonagenario autor de
“Indignaos” (librito, ocúspulo, panfleto...) el diplomático
socialdemócratarojiverdeanticapitalista retirado que las vio pasar
en silencio, el que tal ave fénix renace para calmar las conciencias
de intelectuales pequeñoburgueses y de camino pedir a los jóvenes
que se mosqueen pero guardando el respeto, que el respeto es muy
bonito y no se debe perder. El mismo que se ha mostrado partidario de
una intervención militar extranjera para frenar el conflicto en
Libia . Aún cuando el autor ha ganado fama mundial con un relato
pacifista, sostiene la necesidad de aplicar una "violencia
precavida" en Libia, quien cree que "afortunadamente"
se dispone de un elemento como la ONU para llevarla a cabo de manera
controlada. ¡Manda cojones!
Ya lo he leído pero la
curiosidad de conocer el ritmo de las ventas (vicio adquirido por
deformación laboral, que no profesional) me llevó a preguntar por
los super-ventas.
El joven, fijo
discontinuo, que alterna las horas de trabajo en la casa comercial
con el negocio paterno, con los estudios o con la Wii, vaya usted a
saber, me indicó otra mesa. Allí escondido en una esquina un
expositor-vox , blanco inmaculado ocultado por otros que
porcentualmente dejan mejores réditos al negocio. Digo yo que si a
este lo esconden a otros los deben quemar en la hoguera directamente.
La oferta de los más
vendidos era copiosa, se mezclaban, en perfecto imperfecto de
indicativo, lo más granado de la industria de derivados de la
celulosa y la la tinta sintética cuando no del tóner (tinta en
forma de polvo cargado eléctricamente, que se emplea para pigmentar
el papel en las impresoras láser, fotocopiadoras y aparatos de fax). El islote contenía ficción y no ficción (repleta de creatividad)
plácidamente amancebados. Pude ver de pasada a Pierre Dukan el
nutricionista y especialista en conducta alimentaria, cuya dieta para
adelgazar consiste en un sistema de nutrición basado en los
alimentos básicos de la especie humana: las proteínas y las
hortalizas. Descubrió la pólvora el tío. A Albert Espinosa la
prometedora inversión de la industria catalana de la cosa impresa.
Comparativamente cada una de sus palabras posee un valor de mercado
que duplica a las coleccionadas por autores de importación. Espinosa
se codeaba con George R.R. Martin quien fuera autor prolífico de
obras cortas de ficción en la década de los 70, ahora con un
ordenador, equipado de un veloz procesador, fabrica ladrillos de más
de 900 páginas. Más allá Sergio Fernández, el de la autoayuda en
la cocina y hasta en el dormitorio, acompañado por Eduardo Punset el abogado y economista, que tuvo un destacado papel en la apertura
de España al exterior como Ministro de Relaciones para las
Comunidades Europeas. Participó en la implantación del Estado de
las autonomías como Conseller de Finances de la Generalitat, y como
Presidente la delegación del Parlamento Europeo para Polonia, tuteló
parte del proceso de transformación económica (...la
legitimación de las mafias del Este europeo por la vía de la
neurociencia) de los países del Este después de la caída del Muro.
Ha ejercido también como periodista económico de la BBC y The
Economist, y como representante del Fondo Monetario Internacional en
el área del Caribe. Actualmente es Profesor de Ciencia, Tecnología
y Sociedad en el IQS y dirige y presenta en Televisión Española el
programa de divulgación científica Redes (los domingos de
amanecida)
Pude ver de la mano a Ken
Robinson, el psicólogo de andar por casa que te saca ELEMENTOS
del interior sin necesidad de recurrir al CARTADioRO, con
Haruki Murakami; un japonés en
la biblioteca siempre queda bien. No pude ver obras femeninas pero si
me percaté de una extraña postura entre Salman Rushdie el satánico
verseador y Jean M. Auel HijO de la Tierra, ya
saben dando otra vuelta de tuerca a la máquina del tiempo.
Ya
sin ganas y cansado de escuchar sentencias de carácter literario
revueltas con la ansiedad por facturar que demostraba el joven, le
pregunté por algo de la tierra, me señaló al fondo y dio media
vuelta. Efectivamente junto a la entrada de los ascensores y los
aseos (tanto monta) una pequeña estantería era el deposito de los
autores canarios y de algún retratista fuereño encargado de
inmortalizar las dunas de Maspalomas y las sombras del Nublo.
Recetarios de cocina, alguna cooedición a cargo de los presupuestos,
autopublicaciones varias, camufladas por sellos independientes
de la industria local, poca cosa o de poco interés. No encontré el
último trabajo de un amigo, quien de joven emborronaba cuartillas
con tinta azul queriendo construir sonetos y cuentos fantásticos y
ya sin pelos en la cabeza saca de la imprenta novelas escritas con
tinta negra. Pensé que Los tipos duros no leen poesía
porque los blandos son unos
hijos de puta o porque es más fácil comprar unas roscas y comerlas
delante del televisor.
Baje
a la planta baja, compré millo para roscas, cerveza y unas flores.
Continué mi paseo con el ramo en la mano no sé bien si buscando una
amante o la tumba de un poeta muerto, el caso es que de regreso a mi
cuarto hube de ponerlas de remojo en una botella de plástico a la
que le corté el boquete mientras se hacían las roscas para
cómodamente y en un ambiente cálido ponerme a FRIKIsofar.
Nota
del autor: Debo confesar que a la mayoría de los que nombro ni
los he leído ni tengo la intención, es más haciendo memoria
recuerdo que mi amigo, el padre putativo de Monroy, en una de sus
presentaciones, no se bien si citando a otro, dijo que sólo leía a
los muertos. Yo que me precio de tener un abultado almacén, que no
biblioteca, de libros (alguno de este siglo) esperaré a que
críen malvas los vivos. Entre tanto hago gasto energético a la
espera de que algún desocupado se pare a leer mis FRIKIsofías y se
pueda dar el gusto de criticarme, de poner de manifiesto mis
limitaciones o de acordarse de todos mis difuntos haciendo gala de lo
más granado de nuestro léxico. Un saludo al amigo Losada y decirle
que ayer no soñé pero hoy he destapado una botella de añejo
caribeño que en las gargantas apropiadas daría para escribir los
mejores versos de ésta primavera.