Despertó la mañana, una
mañana de las que anuncian el fin del verano. Calurosa, húmeda y a
la vez gris, premonitoria de un otoño de desasosiegos y angustias.
Una libra de vino y par
de yemas frescas, dos cucharadas de azúcar, un café fuerte y la
escarcha de cada día en el pecho, energético y fugaz desayuno para
enfrentar otro día.
Desde los llanos
rasurados llegó el aroma cansino de la paja seca, por la solana
bajaron los vencejos anunciando viento y por la umbría los riscos
supuraron las ultimas gotas del llanto nocturno.
Arrojo la cuchara con
desden sobre la mesa anunciando el hastío de quien ha devorado casi
todo sin llegar a saciarse. ¿Quizás sea la señal del fin? ¿Acaso
un nuevo principio?
Ventana al otro lado |