La ventana dejó pasar la luz de aquel amanecer y descubrió que ya no estaba.
Para ser sincero, diré que no se molestó, que no sintió nada especial.
Repitió la rutina diaria, café, cigarro, baño...
Cuando el reloj marcaba las dos descubrió que quien se había marchado era él.
Para ser sincero, diré que no se molestó, que no sintió nada especial.
Repitió la rutina diaria, cerveza, almuerzo, café, cigarro, siesta...
La ventana se cerró ocultando la luna a su mirada y descubrió el frío en las manos del forense.
Para ser sincero, diré que no se molestó, diré que era libre.
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