El
silencio era algo que siempre le fue incómodo. Aquella mañana al
despertar sintió que además de incomodarlo lo atenazaba entre las
sábanas. No ofreció resistencia, cerró de nuevo los ojos y pudo
ver como sus manos dibujaban una flor y la depositaba sobre su tumba,
aún vacía pero impaciente.
1 comentario:
Tremendo pedacito de ficción barroca.. Nada fácil de lograr. Muy bueno!
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